domingo, 21 de diciembre de 2008

Carlos Palaia

La luminosidad de tus muslos

marca el camino en la penumbra.

En la tempestad de abrazos y besos,

su blancura es el faro para mi nave.


El olor de tu cuerpo guía

a mis labios errantes y húmedos

para el encuentro de tus pechos

pequeños, con lunares de luces lejanas.


Mi boca saborea cada uno

como si fuesen naranjas robadas

en una siesta de verano.


La luminosidad de tus muslos

ciñe mi cintura tostada por soles

de mares desconocidos, en nave

desconocida con proa a tu puerto

con espigones claros.



La suavidad de tu piel reemplaza

a la arena en la que mis plantas

se sostienen, mis dedos te recorren,

mi boca te sorbe, mis ojos te descubren.


La luminosidad de tus muslos

se adueña de mis sentidos,

el delirio desata la tormenta de

dedos, manos, brazos, piernas, labios,

el gemido es el viento, es el

grito de los cuerpos sin voz.


La luminosidad de tus muslos

nos ilumina intensamente, nos

enciende, nos incendia, nos abraza

hasta tenernos fundidos en el abrazo

que arrasa inflamado cada centímetro

de nuestros cuerpos deseosos de la

satisfacción y el letargo.


La luminosidad de tus muslos

queda grabada en mi memoria,

en las yemas de mis dedos,

En cada uno de mis sentidos.

La luminosidad de tus muslos

me reviven cuando pensé que

ya no estaba vivo.


(2007)

Carlos Palaia es Licenciado en letras, trabaja como profesor en Lengua y literatura en el profesorado en Lengua y Literatura del Instituto de Formación Docente de Villa Ángela. Dicta Literatura Argentina y Cultura y literatura latinas. Su oficio paralelo es el periodismo y conduce un programa de radio en FM Contacto de Villa Angela, Chaco. Actualmente cursa materias de abogacía en la UNNE, una meta pendiente. (Con el tiempo quizá contemos con una biografía o una hoja de vida)


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