La lectura del primer poema de esta selección me recordó mucho a Charles Bukowski (Henry Chinaski como firmaba sus obras), en particular recordé el título de uno de sus libros: La muerte se está fumando mis cigarros, porque los poemas que aparecen allí tienen mucho del ambiente de este y de los poemas que siguen.
I
yo … sentado a su espalda.
Dos corazones enajenados
mirando al otro lado
de la calle.
La loca y su cigarro …
me elevan con su humo,
entre sus volutas danzo
tratando de olvidar ¿qué?
¿ Olvidar? ¿Olvidar o recordar?
La loca y el televisor.
Mis ojos van y vienen,
mirando al otro lado de la calle
barrida por rachas
de un viento tímido y gris.
La loca y el televisor,
dimensión desconocida,
inmedible espacio,
en el que busco tu mirada.
La loca y el cigarro …
mis ojos tristes … ya no
miran nada,
menos al otro lado de la calle
verde que te roba, la mirada
inquisidoramente inocente …
La loca y yo …
Nada más …
La loca y … la esquina …
Tu mirada …
Yo solo …
mirando la espalda
de la loca …
y sus dedos sumergidos
en el paquete de papas fritas …
y el humo del cigarro rodeando
su rostro …
Yo a espalda de la loca.
El viento barriendo la calle
de la esquina verde que
te devoró sin que antes
me vieras, a espalda de
la loca y su cigarro …
II
casi oscuro,
mis codos me retienen.
Clavados en la mesa de un
bar
casi silencioso,
mis codos me retienen.
Las piernas se mueven, tus
ojos al otro lado de la calle,
miran sin verme.
Mis piernas se mueven,
clavado a la mesa de un
bar,
iluminado por tu cara,
mis codos me retienen.
Mis piernas se mueven,
la luz se va,
tus ojos ya no están,
Sólo tu espalda,
al otro lado
de la calle muerta por
la siesta, iluminada
por un sol raquítico.
Mis codos se clavan,
mis manos se asustan,
mis piernas se mueven
ya no soy.
La esquina te devora
el bar se fragmenta
mi cuerpo ya no
es mi cuerpo.
La esquina ya no
es esquina,
es devoradora de las
ilusiones de las piernas
que quieren liberarse de
los codos clavados en la
mesa de un bar.
La falta de respuesta es como
un fusilamiento,
miles de cuerpos caen,
pero el mío queda como testigo
con huesos podridos como
el tronco de los árboles
moribundos …
Entonces es cuando te imagino,
te reconstruyo. Uno los fragmentos
porque los pedacitos multicolores
de tu ser … te hacen ser … tan
concreta …
El viento sur refresca mi cuerpo,
lo rejuvenece … aún estando
tan envejecido.
Mi soledad como mi sombra
está a mi lado … del otro,
solo mudez … nada.
La falta de respuesta es como
un fusilamiento,
en el que miles de cuerpos caen
y solo queda el mío en píe
triste testigo de la masacre
provocada por el silencio.
el traqueteo del tren …
Espero que mi cama sienta
el traqueteo de mi cuerpo
cayendo sobre tus piernas,
pero ellas se pierden,
acolchadas por la niebla.
Tus piernas, tu cintura,
tus caderas, tu boca,
se pierden en la niebla.
El traqueteo del tren
no me despierta,
sólo deseo que su luz
rompa la niebla
y mis ojos traten de rescatar
tus piernas, tus caderas,
tus labios, tu boca
con comisuras desencantadas,
pero igual te busco,
no te encuentro
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ABRO MIS BRAZOS
Abro mis
brazos,
intento
atrapar
al viento.
No se deja,
se evade,
me recuerda
a vos.
Abro mis
brazos,
intento
retenerlo,
se escurre,
me recuerda
a vos.
Levanto mi
cara,
me besa
fugazmente
en la mejilla,
me recuerda
a vos.
Rodea mi
cuerpo,
pero no
lo abraza,
me recuerda
a vos.
Va y viene,
se pierde,
pero vuelve,
me recuerda
a vos.
Decide
cuando
y cómo
llegar,
me recuerda
a vos,
pero no
puedo dejar
de intentar
atraparlo,
me recuerda
a vos.
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